lunes, 5 de junio de 2017

EL MANIFIESTO FELINO HACE SU CAMINO

El trabajo incansable que nos absorbe en lo urgente a veces nos separa de lo importante. Es importante publicar los avances, y desgraciadamente los retrocesos que se producen en la aplicación del CES a lo largo y ancho del estado y las naciones. Son muchas las dudas, las confusiones y los malentendidos que impiden de una vez por todas implantar un modelo que sabemos que funciona: que tiene una alta eficiencia ética y económica. Desde un sin número de poblaciones vamos estableciendo contactos que tengan mayor o menor visibilidad aportan sin duda mejoras en lo relativo al bienestar felino. El Manifiesto Felino nació como un decálogo muy simple que sirve de guía a las administraciones para incorporar y a las asociaciones para exigir. Estamos seguras (las gateras somos mayoría aunque no totalidad) de que la aplicación inmediata de los principios tantas veces repetidos pueden dar unos frutos magníficos que sorprenderían a propios y extraños.
Estamos entusiasmadas con la cantidad de consultas recibidas y con el contacto directo con tantas personas maravillosas que aman los gatos. Además a las bien conocidas inclemencias climáticas, lo intempestivo de los horarios, la dificultad para conciliar nuestra pasión felina con lo cotidiano muy a menudo topamos con la inexperiencia de los responsables políticos, el desinterés por la indefinición del cargo o la heterodoxia del mismo (atención a las personas, medio ambiente, sanidad, gestión de residuos o cualquier cosa) y las inercias de los técnicos que son los brazos ejecutores (o no) de las voluntades políticas. No es extraño que personas o grupos intimidados frente a la maquinaria - kafkiana a veces- de la influencia sobre los gestores municipales no sepan por donde empezar. Acostumbra a sorprenderse los que se acercan al complejo mundo de la participación ciudadana. Los grupos sociales deben ser además movimientos sociales y deben presionar con firmeza y con respeto a los grupos políticos con representación municipal para que desde el gobierno o la oposición las cosas cambien para los gatos.
No hay una sola dirección desde la que se emanan las transformaciones legales y de práctica. Si el de arriba no sabe o no quiere, deben ser los expertos los que deben impulsar los cambios. Así ha sido, está siendo y será. No podemos revelar las localidades con las que estamos trabajando intensamente en bien de que el manifiesto felino prospere y se convierta en sello, no de propaganda, si no de buena gestión, transparente y comprobable. Si que podemos decir que Tarragona que cuenta con una asignación municipal escasa pero con un voluntariado real entusiasta se ha revelado como el municipio de más reciente incorporación. Tan épica victoria no es menos que la obtenida por la colegas Huellas Cantabria y Amigat en Laredo.
Málaga recientemente ha celebrado unas jornadas sobre le sacrifico cero y a falta de mayor representatividad en lo felino parece que está cocinando mejoras deseadas por muchos y una vez implementadas que deseables para todos. Valencia debe mejorar ostensiblemente, hizo en su momento un avance de gacela y frenó con la brusquedad de un hipopótamo. Sevilla tiene algunas de las colonias mejor gestionadas de España a pesar de estar prohibido. Nos preocupa en Galicia, en Lugo la prohibición de alimentar animales de la calle. La situación de los gatos de Cartagena que pasaron de estar en una colonia controlada en el Foro Romano al Catad. O la amenaza en Cabra. O los esfuerzos denodados que se han tenido que hacer en la Rioja para recuperar los gatos de una persona difunta. Seguimos en contacto con antiguos protagonistas de Jornadas Felinas y del Foro Parlamentario donde debutó el Manifiesto. No se puede bajar la guardia, no se puede comprender el CES como una meta si no como el inicio de un proceso de mantenimiento e increscendo. Es muy importante registrar el número de colonias, de individuos que atendemos, poder dar a nuestros éxitos la visibilidad de los números. Hay que contabilizar el capital que significan las horas de voluntariado. Hay que apuntar los comentarios positivos, las reclamaciones que hacen los ciudadanos para que nos ocupemos de tal o cual gatito que hace días que no ve o de esa madre gatuna que pide a gritos un CES. Hay que explicar todas las acciones pedagógicas, hay que compartir los trucos de lo bueno, bonito barato.
Hay que tomar conciencia de que esta tarea puede sacar lo mejor de nosotros, que puede llenarnos de alianzas y satisfacciones si sabemos traspasar los malentendidos y los protagonismos.

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